-Señor, sé que soy un gran pecador y mucho me temo que por más que busque toda mi vida nunca llegaré a encontrar al Amado por causa de mis pecados.
A lo que el Amante le respondió sonriendo con dulzura:
-Hijo mío, ¿recuerdas cómo estabas aquél día en que llegaste al Jardín?
-¿Qué ocurrió cuando empezaste a despojarte de tus ricas vestiduras? -siguió preguntando el Amante.
-Pareció- contestó el Discípulo- como si el sol hubiese perforado las nubes y todo el Jardín se hubiera inundado de una luz celestial y gloriosa, una luz como la que diariamente ilumina el Jardín.
Y dijo el Amante:
-Has de saber que el Amado mismo es la luz del Jardín, y desde que comenzaste a buscarle ya le habías encontrado, porque nadie puede sentir el deseo de buscarle si Él antes no se le ha revelado.
Con lo que el Discípulo experimentó un gran consuelo al saber que, aun sin oírle ni verle, ya había hallado al Amado y, con ello, púsose a trabajar con más alegría en el servicio del Amado.
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Hace 7 meses
3 comentarios:
Para los que no sabemos cómo amar, este texto enseña una cuantas cosas. Todo un bálsamo para un alma pequeñita como ésta.
Besos y gracias.
Cuando buscamos es porque ya lo hemos encontrado. Esta historia lo explica claramente.
Los cuentos ayudan a la comprensión de lo que es difícil de explicar.
Hermoso.
Besos:)
Que bello
que cierto
si el discipulo está preparado
llega el Maestro
Te bendigo en paz&amor
isaac
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